La obesidad constituye un problema de salud mundial. En las últimas décadas se ha producido un incremento importante de la cifra de personas obesas al punto de alcanzar magnitud de epidemia y de lo que es más importante: sus consecuencias metabólicas.
La obesidad está vinculada estrechamente con las principales causas de morbimortalidad y discapacidad. La resistencia insulínica es quizás su consecuencia más temible, ya que de ella se derivan una serie de alteraciones metabólicas y endoteliales relacionadas con el desarrollo de la enfermedad vascular coronaria: la diabetes mellitus, la hipertensión arterial, las dislipidemias y la enfermedad cerebrovascular.
En la medida en que aumenta el peso corporal, aumenta la producción de ácidos grasos libres con efectos sobre la insulina, disminuye la sensibilidad a su acción y de ahí derivan alteraciones de la pared y el tono vascular, así como del metabolismo de glúcidos y lípidos, que dan origen a estas consecuencias.
En cuanto a la relación obesidad-diabetes mellitus tipo 2, es tan fuerte que el riesgo de los obesos a desarrollar esta última es 90 veces mayor al de las personas no obesas; la ocurrencia de muerte súbita es 3 veces mayor en obesos mientras la enfermedad cerebrovascular y la hipertensión arterial, son 2 veces más frecuentes en la población obesa que en la no obesa.
Definiciones importantes
La obesidad se define como un exceso de grasa corporal total o de tejido adiposo. Desde el punto de vista práctico se utiliza para su definición el índice de masa corporal (IMC) por su buena correlación con la grasa total. El IMC es igual al peso en kg/talla en m2: entre 18 y 24,9 peso ideal; 25 y 29,9 sobrepeso; 30 y 34,9 obesidad grado I; 35 y 40 obesidad grado II y mayor de 40 obesidad grado III o mórbida.
Consecuencias metabólicas de la obesidad
Resistencia insulínica: Los mecanismos que dan origen son complejos; sin embargo, la obesidad es el principal factor adquirido responsable de la disminución de la sensibilidad de la insulina. El término resistencia a la insulina define la incapacidad de una cantidad conocida de insulina exógena o endógena para incrementar la entrada y la utilización de la glucosa por los tejidos periféricos, especialmente hígado, tejido adiposo y músculo, e implica la resistencia a los efectos de la insulina en la captación, metabolismo y almacenamiento de glucosa.
La insulina resistencia es un proceso inflamatorio crónico desarrollado a bajo ruido y un factor predecesor común a diferentes entidades que constituyen importantes causas de morbimortalidad: HTA, dislipidemia, DM2, unidas todas a la enfermedad coronaria, primera causa de muerte en nuestro país.
Obesidad, enfermedad coronaria y dislipidemia:
La obesidad constituye uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de la enfermedad coronaria, y si el inicio de la obesidad es a edades tempranas, es decir, la niñez o la adolescencia, el debut de la enfermedad coronaria es también temprano. Se ha visto que una disminución de la sensibilidad a la insulina lleva aparejado un incremento en el riesgo de la enfermedad coronaria, pero es importante también tener en cuenta los cambios en el metabolismo lipídico que se desarrollan con la obesidad.
El perfil lipídico más común observado en el paciente obeso es un incremento de los triglicéridos (TG) expresado en un aumento de las cifras de las lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL), y una disminución de las lipoproteínas de alta densidad (HDL) al cual se puede añadir cualquiera de las otras alteraciones en dependencia de la confluencia de otros factores.
Obesidad y diabetes mellitus tipo 2
La DM2 es un trastorno heterogéneo derivado de prevalente de la resistencia a la insulina, asociada a deficiente secreción de insulina o a prevalente defecto en la secreción de esta, asociado a un defecto en su acción, lo cual significa que la IR es una importante característica del proceso, y se estima que hasta el 85 % de los diabéticos son insulinorresistentes. La más importante causa de resistencia a la insulina es la obesidad; sin embargo, la mayoría de los obesos (80 %) no desarrollan DM2, y es que se necesita una base genética favorable para que esta tenga lugar.
De igual manera, la presencia de un propicio terreno, unido al incremento del peso corporal, hacen posible su aparición, y mientras más temprano comience la obesidad a instalarse, más temprano es también el debut de la diabetes.
La confluencia de la DM2 y la obesidad tiene consecuencias catastróficas. Por una parte, la obesidad favorece su aparición y desarrollo, mientras que por otra, amplifica sus consecuencias. El riesgo de daño vascular es mayor y, por lo tanto, el de desarrollo de la enfermedad coronaria, carotídea, cerebral y vascular periférica, así como el de HTA.
Obesidad e hipertensión arterial
El 50 % de los obesos desarrollan HTA en algún momento de la enfermedad. Los mecanismos son múltiples. Por una parte, está la hiperinsulinemia, que provoca aumento en la reabsorción de sodio y agua; por el otro, el Sistema Nervioso Simpático desempeña una función importante. La actividad simpática aumenta con la ingesta, la hiperinsulinemia y la hiperleptinemia del obeso, además de que disminuye la vasodilatación arteriolar. La presencia de HTA en el obeso confluye frecuentemente con las alteraciones lipídicas, por lo cual añade riesgo a las alteraciones vasculares.
Obesidad y enfermedad cerebrovascular
La enfermedad cerebrovascular es la tercera causa de muerte en el mundo desarrollado y su influencia en la morbilidad y discapacidad es también grande. La obesidad es un factor de riesgo importante para su desarrollo. Los cambios endoteliales, el incremento del tejido adiposo y la liberación de diferentes mediadores y sustancias por el adipocito, los cuales favorecen, a su vez, la coagulación y la adherencia plaquetaria, la posible confluencia de HTA, la dislipidemia, la enfermedad coronaria y la DM2, son elementos favorecedores de esta enfermedad y aumentan el riesgo de un evento cerebrovascular de 1,4 a 2,5 %, con excepción de la presencia de DM, que cuadruplica esta cifra.
En conclusión, la obesidad es un serio problema de salud por las dimensiones epidémicas que adquiere y por las consecuencias que genera desde el punto de vista metabólico, con las principales causas de morbimortalidad y discapacidad, es decir, resistencia insulínica, enfermedad coronaria, dislipidemia, hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2 y enfermedad cerebrovascular. Solo la acción directa (ejercicio, dieta y tratamiento médico) sobre ella haran posible lograr una longevidad más sana.